Tuesday, February 10, 2009

A una mujer, un asesino


Por: Ada M. Alvarez


Cuando nace una mujer, nace un posible homicidio. No hay duda que la violencia hacia las mujeres es un problema social. Como parte de una propuesta de la Octava Conferencia Magistral sobre la Mujer de América Latina y el Caribe dada en Perú, auspiciado por UNIFEM, el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la mujer anunció que todos se comprometían “a prevenir y combatir todas las formas de violencia contra las mujeres y sus causas básicas”. Entonces qué está pasando que se escucha cada vez más la palabra prevención para la erradicación de la violencia en doméstica. ¿Cómo esos homicidios se pueden evitar y qué está pasando que no acaban?
Sexo y género no es lo mismo. Es lo primero que se debe de aprender. El sexo es determinado de manera biológica por los órganos sexuales que tenemos y por ello nos definen como masculino o femenino. El género sin embargo es todo lo que conlleva ponerle roles a los sexos. La perspectiva de género es la categoría de análisis social que permite una visión más completa de los fenómenos sociales, ya que analiza las circunstancias concretas de hombres y mujeres en los diferentes ámbitos de interacción social. El Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas en República Dominicana establece: “esto permitirá que se adopten las medidas necesarias para corregir las relaciones sociales y de poder históricamente discriminatorias”. Entonces, la raíz del problema son los roles asignados a los sexos y el trastoque de estos como punto de partida en la violencia social.
En el mes de marzo (2003) tuvo lugar en Antigua, Guatemala un taller titulado “¡Basta! América Latina Dice no a la Violencia Basada en el Género”, el cual fue organizado por la Federación Internacional de la Familia (conocida como IPPF). Durante este evento fue emitida una declaración para prevenir y dar respuesta adecuada a las mujeres víctimas y sobrevivientes de violencia basada en el género. Avanzando entonces aún más las propuestas del 2000 que enfatizaban el sexo. Esta conferencia abordó el tema del género como principal raíz a la violencia contra las mujeres. La pasada Procuradora de las Mujeres en Puerto Rico, María Fernós, estableció en el 2007 que si no hubiera distinciones entre los géneros, no hubiera relaciones y apropiaciones del poder entre los hombres ni la aceptación de ello en las mujeres. Fernós sostuvo que la problemática inicial es reconocer el problema para poder salir de éste. Sin embargo, ella establece, que la peor enemiga que tienen las mujeres son otras mujeres, que al ser criadas de forma machista, instan a las mujeres que buscan consejos a que aguanten la situación considerándola normal. Esto hace más grande el miedo.
Es importante conocer la violencia y sus facetas. La violencia no se da exclusivamente de hombres a mujeres, sino que se puede dar de mujeres a hombres, pero muchos estudios establecen que éstos no se reportan por el miedo a la opinión pública y de sus amistades. Denunciar un acto de violencia de una mujer a un hombre se ve como un acto de debilidad para ellos, una característica que no contemplan en sus roles de género. Todas las campañas que poco a poco han surgido globalmente van dirigidas hacia las mujeres porque las cifras demuestran que la violencia hacia ellas es la principal causa de muerte y problemas en muchísimos países. Además, que los roles de género propician un estado de poder sobre el cuerpo y las decisiones femeninas. A pesar de que hayan muchas campañas, muchos casos que ocurren, siguen pasando por consentimiento, asumiendo el rol de sometida. Sin embargo, muchos estudios del Departamento de Psicología de Estados Unidos establecen que recibir violencia no es un acto placentero y buscado y que si se sigue en la situación es por dependencia y por miedo.
La violencia a las mujeres no es solo física, como la mayoría piensa. La palabra agresor por ejemplo alude a un acto de violencia física pero hay otros tipos. La violencia física es la más presentada por los medios, pero no es la más común. La violencia doméstica se divide en tres tipos: emocional, física y sexual. Creer que la violencia física es la única o más común es algo cultural, propiciado por las noticias, que publican mayormente casos cuando son accidentes fatales o graves; no al momento de presentar querellas por otros tipos de maltrato o persecuciones. El daño físico incluye empujones, patadas, jalones, mordidas, puñetazos y el lanzamiento de objetos para herir. En Voz de Voces, revista de la Coordinadota Paz para la Mujer (Caribe), se reportó que el 94% del abuso físico, no hubiera pasado si no hubiera daño emocional.
El abuso emocional es silenciado. Según el Departamento de Salud de los Estados Unidos el abuso emocional también es un problema serio de salud y está basado mayormente en el control y el miedo. Los compañeros violentos limitan la libertad estableciendo con quién habla, cómo se viste y a dónde ir. Esto incluye miradas, amenazas para tratar de probar que él está en lo correcto, y conversaciones manipulantes para establecer que si lo ama de verdad ella debe hacer esos “pequeños sacrificios”. Este tipo de violencia es además la que propicia el abuso físico, puesto que en el 99% de los casos ocurre violencia física con violencia emocional. Sólo imagine una pelea entre dos varones a los puños sin ningún tipo de insulto previo o durante el acto. La violencia emocional es la raíz del abuso.
¿Y qué es el abuso sexual en las parejas? El abuso sexual ocurre cuando el agresor la viola (porque violenta sus deseos) pero utiliza preguntas de manipulación sicológica como: ¿por qué no? Legalmente, en muchos países, no se considera una violación porque hay una relación establecida. Las violaciones son las menos reportadas y se cree mayormente que viene de extraños, sin embargo, se dan entre parejas. El Departamento de Justicia informó que reportar este tipo de abuso es un proceso complicado y por ende son los menos reportados, por lo difícil que es decirlo o salir de las casas para hacerlo, el miedo a la burla y los exámenes que conllevan. Eso sin contar el miedo que hay a represalias por parte del agresor. Ahora, hemos hablado de la víctima, pero ¿y el agresor cómo lo identificamos?
No hay una definición exacta de características sociales u otras fuera de sus acciones. Vienen de cualquier edad, raza, estatus social, orientación sexual y religión. Algunas de éstas son: celos extremos, culpan a otras personas por sus acciones, rompen objetos, tienen conducta de control, usan la violencia como juego sexual en sus relaciones, y cambian de temperamento fácilmente. Puede que estés cerca de un agresor ya o un futuro agresor. Inclusive, para volver a la prevención, es importante tomar en cuenta a los noviazgos.
La violencia en el noviazgo es igual de grave y por medio de su prevención se logrará la erradicación de la violencia doméstica. En muchos países se desconocen leyes y definiciones para este problema. La violencia doméstica al igual que la violencia en el noviazgo recogen los tres tipos de violencia. La diferencia mayor entre ambas es que una se da en el concubinato y otra se desarrolla entre parejas que no viven juntos. Es por eso que es conocido además como violencia de citas. En países como Chile, Colombia, Bolivia, Costa Rica, Nicaragua, República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela, entre otros; más del 50% de mujeres reportan sufrir abusos por parte de sus parejas. Esto sin analizar un dato curioso de Puerto Rico que podría tomarse de ejemplo: más del 45% de las denuncias presentadas por violencia doméstica son hechas por jóvenes de 12-24 años. Además se conocen casos donde la víctima es una joven que muere o termina gravemente herida. No se debe ignorar este problema.
La violencia hacia la mujer, hacia el género, doméstica, de novios, intrafamiliar; en todas sus denominaciones es un problema social grave que atenta con la vida y dignidad de los seres humanos. La dignidad sobre todas las cosas, protegido en la mayoría de las constituciones al igual que la libertad quedan rezagadas en una relación violenta. Al preguntarnos por qué las mujeres se quedan en una relación de este tipo, Alfonso Batres, psicólogo encargado de los servicios de reajuste a veteranos en Estados Unidos estableció: “una relación violenta es como la guerra, afecta a todos. Sobre todas las cosas afecta cómo uno se ve a sí mismo, el héroe, el enemigo y todo se da bajo una misma circunstancia, el campo de batalla. En casos como la violencia doméstica lo más que se utiliza es el miedo y la manipulación. Le hacen creer a la mujer que ese es su rol (estar callada aceptando lo que venga) y que cualquier atentado para salir de allí no va a ser beneficioso. Si difícil es reconocer el problema, salir de una dependencia emocional, imagínate cómo lo sería salir de una dependencia económica donde está en riesgo la vida misma con más fuerza. Muchas entonces recorren a lo conocido, al golpe que les espera si no cocinan a tiempo y prefieren eso a ver dónde trabajan (sin que él la encuentre) para ver si ese día come, sobrevive y para rematar otro hombre no la viola. La mujer definitivamente en muchas cosas sociales es el blanco de ataque”.
Se habla de un nuevo femicidio. Se habla de la desintegración de la familia. Se habla de la violencia y de sus formas, pero sobre todas las cosas se ignora su prevención. En la re-educación sobre lo que es el género se reivindicarán los roles femeninos y con eso la subyugación de la mujer hacia el hombre. Desde la juventud y la crianza se sabrá, de ser propiamente difundido, quién puede presentar señales que ayuden a la prevención para que nadie se convierta en víctima ni en victimario. La violencia es intolerable. Como decía la filósofa francesa Sarah Kofman: “lo intolerable de la vida es el doble”. Refiriéndose a las cosas que de verse buenas pasaban a convertirse en monstruos, donde el bien y el mal habitaban un mismo cuerpo, al igual que los agresores que se convierten en seres habitados y construidos que hacen de la vida una más dura y que llevan a que cada vez que nazca una mujer, se considere que de por sí ya peligra.

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